1. ¿Qué es?

La electromiografía es una de las técnicas más frecuentemente realizadas por el neurofisiólogo clínico; es un término que desde el punto de vista práctico se usa para denominar la exploración electrofisiológica del nervio periférico y del músculo e incluye los estudios de conducción nerviosa (electroneurografía) y la electromiografía (EMG) con aguja. Debe considerarse como una extensión del examen clínico y debe ser valorada siempre dentro del contexto clínico del paciente (correlación clínico-electrofisiológica).


2. Indicaciones

Está indicada para el diagnóstico de lesiones de nervios periféricos, las más frecuentes en los laboratorios de EMG incluyen el síndrome del túnel del carpo (compresión del nervio mediano a nivel de la muñeca), la neuropatía cubital en el codo, así como las polineuropatías (compromiso de varios nervios periféricos) frecuentemente secundarias a diabetes mellitus, entre otras; siendo una prueba esencial para la toma de decisiones terapéuticas.

Una indicación frecuente de la EMG es la patología de columna (cervical o lumbar) en la que se sospecha compresión de las raíces nerviosas (ayuda a la localización de la lesión, a establecer su cronicidad, gravedad del proceso subyacente, exclusión de otros trastornos…etc); otras indicaciones incluyen la diferenciación entre debilidad de origen central o periférico; caracterización de los trastornos de la unión neuromuscular (miastenia gravis) y de los músculos (miopatías, miotonías); enfermedad de la neurona motora.... etc.


3. Explicación de la técnica/procedimiento

La electroneurografía se realiza usando electrodos de superficie (pegatinas) que se colocan sobre el músculo, con el objeto de registrar las respuestas que se obtienen mediante la estimulación eléctrica (en uno o más puntos) de los nervios. Los nervios son estimulados con impulsos eléctricos que causan una sensación poco habitual y sorprendente (parecido a la sensación que se percibe en los dedos cuando se produce un golpe en la parte medial del codo).

La electromiografía consiste en el registro directo de la actividad muscular, tanto en reposo como durante la contracción, mediante la inserción de un electrodo de aguja en varios músculos. Se percibe una sensación de pinchazo cuando se introduce la aguja y en ocasiones también un dolor sordo mientras la aguja está colocada. No suelen aplicarse corrientes eléctricas. Las agujas captan la actividad eléctrica generada por el músculo; esta actividad aparece en una pantalla y se reproduce a través de un altavoz, de manera que el médico puede verla y oírla.

En general, el estudio suele iniciarse por la conducción nerviosa, aunque el orden puede modificarse en función del problema del paciente y del estilo del electromiografista. El tipo de técnica que se elige depende, del problema que se va estudiar; cuales y cuántos nervios/músculos se van a explorar es algo que se decide, tras la realización de la historia clínica y orientado por la exploración física que ha realizado el clínico, siendo un proceso activo que puede modificarse en función de los resultados que se vayan obteniendo; ambas técnicas son complementarias, siendo importante la colaboración del paciente durante la misma.

Los resultados del estudio EMG será enviados a su médico, quién establecerá el tratamiento adecuado.


4. Preparación previa del paciente

Para la realización de la prueba es necesario el consentimiento informado del paciente, el cual será facilitado por el médico solicitante del estudio.

Es imprescindible la higiene corporal previa y no usar lociones, aceites o cremas hidratantes. No es necesario estar en ayunas y no necesita ninguna otra preparación adicional. Puede tomar su medicación habitual.

Antes de iniciar el estudio se comprobará la temperatura de la piel y si es inferior a la correcta se calentará la zona a estudio, para evitar los errores en la interpretación de los hallazgos obtenidos.

La duración del estudio es variable; habitualmente entre 30 minutos y una hora y media, pero no es infrecuente que requiera más tiempo y en ocasiones si el estudio es muy extenso o se observa ausencia de concordancia clínico-electrofisiológica se puede hacer volver al paciente para realizarle una nueva evaluación.

Es una prueba molesta, pero suele ser tolerada por la mayoría de los pacientes. Después de la prueba se puede hacer vida normal.


5. Riesgos

Generalmente no se producen complicaciones significativas; pueden aparecer molestias locales transitorias o pequeños hematomas en el sitio donde se colocan las agujas, sobre todo en pacientes con trastornos de la hemostasia o aquellos que reciben tratamiento con antiagregantes o anticoagulantes; existe un mínimo riesgo de infección local y en raras ocasiones pueden aparecer hormigueos después de la prueba.

Es importante que el paciente informe al médico si es portador de un marcapasos o un desfibrilador automático implantable (DAI); también es conveniente que comunique si toma medicación anticoagulante (simtrom, warfarina etc) y el valor del último INR; así como si toma medicación frente a la miastenia gravis (mestinon).

Siempre se realizará el proceder si los beneficios derivados de la realización de la prueba superan los posibles riesgos.


Bibliografía:

  • Manual de Neurofisiología Clínica. Iriarte J, Artieda J. Editorial médica panaméricana; 2013.
  • Manual de Electromiografía Clínica. Gutiérrez Rivas, E. Editorial Ergon; 2007
  • Clínicas Neurológicas de Norteamérica. Katirji B. McGraw-Hill intermaericana; 2002.